miércoles, 9 de febrero de 2011

Paroxismo

Te esculpen mis manos
con caricias
y te dibuja mi mirada
en la oscuridad
con sueños de nubes.
Cada día que no te amé
fue una pérdida. 

Estás aquí, cabe a mí,
tu cuerpo refulgente
entre sedas y sábanas,
tu pelo enredado 
entre sonrisas.
Tu piel se abre y me acepta.
Cada hora que no te amé
fue una pérdida.

Tu piel se abre y nos gime,
y tus ojos de mar
como barcazas 
horizontes, 
mecen mis párpados.
Tu piel se abre y penetro
hasta el tuétano de tus huesos.

Decís que mi cara
está alegre
y debe ser verdad,
pues siento dentro de mí
una canción dorada;
cada vez que no te amé
fue una pérdida.

Claudio Gutierrez

No hay comentarios:

Publicar un comentario